El Día de Santa Lucia

En la Suecia igualitaria actual, todos los niños –y no sólo las niñas lindas y rubias– pueden desempeñar el papel de Lucía en los cortejos que, con tal motivo, se desarrollan en las guarderías. Sin embargo, los varones suelen preferir el papel de “niños de la estrella”, vejetes disfrazados de galletas de jengibre o pequeños gnomos, y bastantes niñas se avienen a actuar de damas de honor.

Túnicas blancas, estrellas y velas

Las velas encendidas son sustituidas por otras artificiales que lucen con batería, pero, a pesar de todo, cuando se reduce la intensidad de la iluminación y sube la del canto de los niños, mientras desfilan en ordenada procesión desde los cuartos contiguos, el recogimiento del ambiente no es por ello menor.

Según la tradición, la Lucía debe llevar “velas en el pelo”, es decir velas formando una guirnalda sobre la coronilla. Las damas de honor llevan una vela en la mano. Y los padres se agolpan en la oscuridad enfocando con sus cámaras digitales.

Los “niños de la estrella”, que, al igual que las damas de honor de la Lucía, van vestidos con túnicas talares blancas, llevan palillos con una estrella en la punta y cucuruchos en la cabeza. A la cola del cortejo van los pequeños gnomos con farolillos colgando de sus manos.

Concursos para elegir Lucía

La competencia por el papel de Lucía puede ser dura. Todos los años se nombra una Lucía nacional en alguno de los canales comerciales de la televisión, y cada pueblo y ciudad que se precie, elige a su propia Lucía. Las candidatas son presentadas en la prensa local con un par de semanas de antelación.

En nombre de la sociedad sin clases que pretende ser Suecia, se tiene siempre mucho cuidado a la hora de clasificar a la gente, por lo que los concursos de belleza y actos similares han sido poco frecuentes. Una clara excepción son precisamente los concursos para el puesto de Lucía. Así, todos los años se pide a los suscriptores de la prensa local que rellenen y envíen los talones de votación junto con las fotos de las candidatas.

No es nada seguro que la rubia propuesta gane, aunque alguna vez que otra la rubia miss Suecia pueda haber iniciado su carrera como Lucía local. Luego, el día de la Lucía se revela quién ha sido la ganadora, a la que se lleva en una carroza tirada por caballos por todo el lugar esparciendo luz y canto por tiendas de comestibles, industrias, residencias de personas mayores y ambulatorios.

Lucía – la portadora de luz

La celebración de la Lucía es, junto con la fiesta de San Juan o solsticio de verano, una de las ceremonias más centrales en la cultura sueca y tiene una clara vinculación con las condiciones de vida en la sociedad agraria nórdica: oscuridad y luz, frío y calor.

La Lucía es una figura ancestral y tiene una función ininterrumpida como portadora de luz en el oscuro invierno sueco.

Las muchas canciones existentes se refieren al mismo tema:

“La noche avanza con pasos pesados
alrededor de granjas y huertos.
Alrededor de tierras, que el sol dejó,
las sombras traman.
Entonces en nuestra casa oscura
sube con velas encendidas
Santa Lucía, Santa Lucía.”

Todos los suecos se saben la canción de la Lucía de memoria y todos la saben cantar, de forma más o menos correcta. En la mañana de ese día se pueden escuchar en la radio versiones más cualificadas, interpretadas por alguna clase de una escuela de música.

En la celebración de ese día entran también las galletas de jengibre y los llamados lussekatter, es decir una especie de bollo hecho con harina de trigo condimentada con azafrán, al que se da la forma de gato con ojos formados por pasas de uva. Todo ello se toma con ponche navideño o con café.