Primera Cruzada

La Primera Cruzada fue la primera de una serie de campañas militares denominadas en su conjunto como las Cruzadas y que, durante los siglos XII y XIII, partieron desde Europa occidental (principalmente Francia) hacia Oriente Medio, con el fin de conquistar Tierra Santa y en particular la ciudad de Jerusalén, que se encontraban en manos musulmanas desde el siglo VII.

La Primera Cruzada fue convocada el 28 de noviembre de 1095, en el concilio de Clermont, por el papa Urbano II con el objetivo de conquistar la ciudad santa de Jerusalén y liberar a los cristianos de oriente del gobierno islámico. Lo que comenzó como una llamada de auxilio por parte del Emperador bizantino Alejo I Comneno para que se le enviasen mercenarios occidentales para hacer frente a los turcos selyúcidas, se convirtió en una migración a gran escala de habitantes de Europa Occidental para la conquista de un territorio fuera de Europa. Caballeros, soldados y demás habitantes de muchas naciones de Europa Occidental viajaron por tierra y mar hacia Jerusalén, logrando capturar la ciudad en julio de 1099, creando el Reino de Jerusalén y otros estados cruzados.

A pesar de que sus conquistas no fueron duraderas, la Primera Cruzada supuso un punto de inflexión que marcó la expansión del poder del mundo occidental, a la vez que supuso también un gran primer paso para la reaparición del comercio internacional en occidente tras la caída del Imperio Romano.